miércoles, 23 de enero de 2008

El día que supe que era homosexual…

Recuerdo que a los 15 años empecé a sentir cierta atracción por dos de mis compañeros de la escuela. Era una sensación muy extraña, ya que no sabía si era amistad o que me gustaban. En ese momento, yo tenía novia y todo me parecía muy extraño. Incluso mantuve relaciones sexuales con ella, y no me disgustaba en absoluto. Pero lo cierto, es que siempre me faltaba algo.
Mientras tanto, yo trataba de descubrir lo que me estaba pasando. Intentaba tomármelo como algo pasajero, pero así, iban pasando las semanas y sabía que algo estaba cambiando en mi interior.

Cada día que pasaba me fijaba más en mis compañeros de gimnasia, en mis amigos de clase,…

En aquellos momentos, yo conocía la homosexualidad por otras personas, ya que tenía un par de amigas lesbianas y algún conocido gay. No me atrevía a contar lo que sentía, porque tenía miedo a lo que podrían decir y pensar el resto de personas.

A los 16 años, fui a mi primera discoteca gay, El Arena, sin saber muy bien cómo y lo que sentí… buffff!!!!. Acabé allí para celebrar el cumpleaños de una de mis amigas lesbianas. Para mí, todo era nuevo y “flipé”.

El impacto más grande fue cuando me enseñaron el cuarto oscuro. Tuve suerte porque Vanesa, mi amiga, ya me había avisado de lo que podría ver. Después de unas cuantas copas, mi cuerpo se empezó a soltar… Por primera vez, empecé a notar que lo que buscaba de mi mismo estaba allí. Me entró un chico y estuvimos bailando mucho rato. Las miradas llevaron a ir juntándonos cada vez más y después... Bueno, después ya vinieron los besos. Sentí que quería gritar, saltar y no parar de… Al acabar la noche en la discoteca, me fui a su casa y allí mantuvimos relaciones sexuales.

Al día siguiente, en mi cabeza sólo había preguntas. ¿Qué me ha pasado? ¿Soy gay? ¿Qué hago? Me hacía muchas preguntas, pero la verdad es que no tardé en darles respuesta. Era un puzzle y yo ya tenía las piezas encajadas. Además tenía un grupo de amigas que me ayudaron a afrontar mi otro yo. Lo único que debía hacer era hacer una personas de las dos que llevaba en mi en aquellos momentos.

Os he de decir que a partir de ese momento me pasaron muchas cosas buenas y las iba disfrutando, pero también conocí el lado más amargo de la homosexualidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por ser la primera visita al Arena, parece que no te fué mal.....
De entrada y por lo que cuentas, sirvió para despejar dudas. ¡¡Qué ya es mucho!!
Y como decías en el título tu entrada anterior, hay de todo: dulce y amargo, felicidad para casi levitar y.... bueno, para que pensar en los malos tragos, ¿no?.
Si eres capaz de ir asumiendo lo que no has hecho o no te ha salido bien, terminarás por incorporarlo a la mochila que todos llevamos encima, aunque....nunca quieres volver a abrirla.
Somos lo que somos, nen.
Saludetes.
M.

Anónimo dijo...

Hola domingo, havia promès llegir el teu blog i sento haber tardat tant en fer-ho. M'ha sorprès molt els temes que tractes. No sabia que eres gay, i crec que per tu i aquí on estem ha de ser difícil portar-ho. M'agradaria que m'expliquessis com es viu en aquest lloc l'homosexualitat. No ets l'únic, però hi ha molt poca gent que ho reconegi públicament. Continua així de reivindicatiu. Per cert pels heterosexuals l'Arena també està bé, i la música és super ballable.
Fins aviat . Saida.